jueves, 31 de diciembre de 2009

Año viejo, año nuevo

Aunque la Nochevieja no es mi fiesta favorita, he de reconocer que tiene su encanto. Especialmente los últimos años, desde que salí de España, he aprendido a apreciarla como una oportunidad para re-establecer contacto con los "viejos amigos" y para reflexionar por un momento sobre mi situación personal y sobre mi entorno.

Es verdad que tendemos a repetir la frase "feliz año" hasta el punto en que llega a vaciarse de significado, y que quizá muchas veces lo decimos por compromiso. Aún así, las felicitaciones típicas de estas fechas son una buena excusa para conversar brevemente con personas que hemos ido encontrando durante nuestra trayectoria vital pero con las que hemos perdido el contacto diario. Correos electrónicos, pequeños mensajes, tarjetas, nos recuerdan que estas personas "están ahí" y que piensan en nosotros, que vivimos en su memoria igual que ellos en la nuestra. Amistades "durmientes" o simpatía que nunca expresamos se cristaliza entre líneas.

También asocio la Nochevieja con el típico balance del año que termina, y los inevitables planes para el que comienza. En mi caso, el 2009 ha sido un año muy satisfactorio en lo profesional y en lo personal, y, como suele suceder, las mejores cosas fueron las que no había planeado hace un año mientras hacía la misma reflexión. Espero que a todos los lectores de este Blog les sorprenda la vida en el 2010 con momentos emocionantes y que encuentren instantes de verdadera felicidad entre la rutina, los problemas grandes y pequeños, y los altibajos que son parte esencial de la existencia.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Trenes

Desde hace mucho tiempo siento una enorme fascinación por el transporte público, en muchos sentidos. Siempre me pregunto, por ejemplo, quién planifica las rutas, esquemas y horarios de los trenes, autobuses y aviones, o medito sobre la confianza que depositamos en los conductores y pilotos que nos llevan, y lo duro que es su trabajo (¿quién querría ser maquinista en Holanda sabiendo que se producen unos 180 suicidios al año en los que la víctima salta ante un tren en marcha?) o sobre la idea de que Europa y Asia están interconectadas por una red inmensa de carreteras y vías de ferrocarril (la vieja idea de que todos los caminos llevan a Roma...).

Pero uno de los aspectos más interesantes del transporte público es que se ha convertido en una herramienta indispensable para vivir como vivimos. Dormimos en una localidad, trabajamos en otra, nos desplazamos de un lado a otro y consultamos los horarios por Internet o en el móvil, planificando nuestros movimientos al minuto y ajustando la agenda al máximo.

El pasado jueves hubo una avería en la línea de tren entre la localidad donde vivo y Ámsterdam, alrededor de las ocho de la mañana. Cientos de personas que entran al trabajo a las nueve se vieron obligadas a viajar usando una ruta diferente. Las consecuencias: cientos de llamadas y mensajes de móviles, trenes abarrotados, un buen negocio para la cafetería de la estación (la cola daba varias vueltas al pequeño edificio) y una situación muy interesante para observar. Entre los comentarios de la gente, destaco el de: "Tenían que haber puesto autobuses de immediato, ¿es que no ven que vamos a llegar tarde al trabajo?". Por no mencionar la forma en que la multitud se lanza cuando por fin llega un tren, para no quedarse en el andén.

La modernidad nos ha hecho depender de máquinas, estructuras, circunstancias que no podemos controlar... Y cuando algo falla, nos sentimos indefensos y confusos, y en la anonimidad de la multitud, damos rienda suelta al egoismo en pequeña escala.

sábado, 31 de octubre de 2009

Ejemplos

Hoy quiero rendirle un pequeño homenaje a alguien en quien pienso con muchísima frecuencia. Es una persona de mi entorno con la que (al menos de momento) no he tenido ocasión de tratar lo suficiente como para establecer una relación profunda. Sin embargo, su situación, personalidad y actitud me han impresionado profundamente.

Se trata de una compañera cuya pareja está gravemente enferma. Desde hace varios meses, ambos luchan juntos contra el cáncer que él padece y han pasado por diversos tratamientos de quimioterapia y radiación: él como paciente, ella como fiel compañera. Desde el momento en que recibieron el diagnóstico, se propusieron luchar por la vida. Conscientes de que la curación es imposible, decidieron sobrevivir día a día y aprovechar cada instante. Diariamente celebran sus pequeñas conquistas; cuando el enfermo está animado, salen a la calle o ven una película - y supongo que comprenden lo felices que habían sido hasta hace poco sin saberlo.

Unidos en la lucha contra un enemigo que no puede ser batido, resisten la depresión y el desánimo. Han aprendido mucho el uno sobre el otro, y sobre las personas que les rodean. Han experimentado las actitudes, los miedos y los prejuicios sociales ante la enfermedad. Con mucha frecuencia pienso en ellos, deseo de corazón que hoy sea un "día bueno", y trato de aprender de su ejemplo. Son personas así las que mueven el mundo, dando lo mejor de sí en los momentos difíciles.

martes, 6 de octubre de 2009

Otoño

Aunque oficialmente el otoño llegó hace ya un par de semanas, a mí me ha alcanzado hoy. Cada año hay un día en que, sin saber cómo, soy consciente de que la noche llega mucho más temprano de lo habitual, la humedad cala en los huesos, el fresco se convierte en frío, y la vida parece unos gramos más pesada.

Echo de menos los otoños de España, que (en mi recuerdo) no se presentan por sorpresa, sino pasito a pasito, y nos dejan estampas bellísimas como la que ilustra hoy el blog. Y, sin duda, cambiaría el otoño holandés por el de Finlandia, que sólo he vivido una vez pero que me pareció espectacular, lleno de colores hasta entonces desconocidos (motivo de orgullo para los finlandeses, que tienen una palabra específica, "ruska" para los tonos otoñales).

Desde que resido en Holanda, ésta es la época más difícil del año. Octubre y noviembre parecen alargarse indefinidamente y todo cuesta un poquito más de esfuerzo que el resto del año. Cada diciembre celebro la llegada del invierno, el día en que las noches comienzan a acortarse y, a pesar del frío, se vislumbra en la distancia el retorno de la primavera...

martes, 29 de septiembre de 2009

Relatividad

Muchas veces repetimos la frase "todo es relativo", y a pesar de que algunos piensan (quizá con razón) que el relativismo es una de las lacras de nuestros días, a veces nos alivia y nos ayuda a poner nuestros problemas (o nuestras alegrías) en perspectiva.

Mi reflexión de esta semana no es particularmente profunda, ya que durante los últimos días he pensado en esta máxima con frecuencia pero por razones de índole más bien pragmática. Desde el martes pasado llevo ortodoncia y las molestias de los primeros días han implicado una serie de experiencias interesantes.

Los primeros días del tratamiento, los dientes se vuelven muy sensibles y el aparato parece ocupar toda la boca, dificultando el habla y sobre todo el comer de forma normal. Los alimentos duros o pegajosos están prohibidos, hay que lavarse los dientes hasta cuatro veces al día y con cepillos especiales, y algunos de los elementos metálicos rozan y causan pequeñas llagas.

Para relativizar estos pequeños inconvenientes he decidido aprovecharlos para observar y aprender de ellos. Y me he dado cuenta, entre otras cosas, de que comemos a una velocidad frenética (¿por qué sólo me he dado cuenta ahora que tengo que comer despacio...? Será que todo es relativo...) y también de, en general, comemos más de lo que necesitamos (en mi caso la cantidad de comida durante esta semana se ha reducido en aproximadamente un cuarto, y no he pasado hambre ni un sólo día).

También me ha servido la experiencia para observar la reacción de las personas de mi entorno. Hay de todo: los que no dicen nada (¿discretos? ¿tímidos?), los que se interesan "en serio", los que te compadecen, los que hacen bromas (algunos hasta pidiendo permiso con antelación) e incluso una pequeña proporción que parece juzgar mi tratamiento como si se tratara de una operación de cirugía estética...

Para mí esta decisión es una inversión para el futuro (quiero tener mis dientes sanos el mayor tiempo posible). Sin duda serán mucho más bonitos (según las normas estéticas dominantes) cuando estén perfectamente alineados, pero... A lo mejor dentro de un par de años me miro al espejo y no me reconozco. Me alegro de que el cambio vaya a suceder paulatinamente, porque creo que perder la distribucion característica de mis dientes de la noche al día me resultaría traumático, como si fuera una parte esencial de mi personalidad.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Belleza

Cada semana ilustro este blog con una fotografía de José María Martínez Ruiz. Me complace poder mostrar su trabajo, al que normalmente sólo tenemos acceso unos cuantos privilegiados, y además creo que sus imágenes complementan y enriquecen mis reflexiones.

Una característica fundamental de la fotografía de Martínez Ruiz es que cada objeto es percibido "con la mirada del corazón". La técnica fotográfica o las alteraciones aplicadas a una imagen tienen como objeto final la comunicación entre el artista y quien mira la fotografía, el encuentro en un nuevo espacio emocional y estético. En este sentido muchas de sus obras me hacen pensar en las del pintor Fernando Zóbel, que, sin excepción, parecen revelar una mirada personal, profunda y siempre en busca de la belleza (sin importar si se trata de sus cuadros más elaborados, dibujos o bocetos en uno de sus numerosos cuadernos de apuntes).

Hay una serie de imágenes de José María Martínez que a mi modo de ver son excepcionalmente hermosas o conmovedoras (dejando aparte las numerosas fotografías en las que aparecen miembros de nuestra familia, que por supuesto tienen connotaciones muy especiales para mí). Muchas de ellas se refieren, directa o indirectamente, a la fuerza de la vida y a la grandeza de lo pequeño, expresadas de formas muy dispares. Flores creciendo entre chatarra, insectos posados sobre una flor, tréboles que brotan de la roca, los ojos muy abiertos de un bebé, sonrisas espontáneas de personas desconocidas. En esta categoría entra la imagen que ilustra mi entrada de hoy: el retrato de una apicultora. Para mí, un verdadero tratado sobre la auténtica belleza.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Madrastras

Desde hace tres años y medio comparto mi vida con alguien que tiene un hijo de una relación anterior. Esta circunstancia ha supuesto para mí una gran diversidad de experiencias y sentimientos nuevos.

Hace un par de años, curiosa por conocer a otras personas en una situación similar, me inscribí a un foro de Internet en el que 'madrastras' holandesas discuten sus experiencias, sentimientos, alegrías y frustraciones. Las historias que leo son muy diversas (es evidente que cada situación, cada familia, cada persona son muy distintas) y varían de lo ejemplar a lo dramático. Sin embargo, hay una serie de emociones y problemas que prácticamente todas estas mujeres comparten y que con mucha frecuencia tienen que ver con la falta de comprensión y las expectativas (poco realistas) de su entorno.

Yo, una vez más, soy afortunada: en mi ambiente la mayor parte de las personas intenta ponerse en mi lugar e imaginar la situación desde mi perspectiva. Sin embargo, a veces llegan a la conclusión equivocada. Hace poco hablaba con un conocido y le contaba que mi pareja tiene un hijo. Con una gran sonrisa y (sin duda) las mejores intenciones, me respondió: 'Ah, entonces es como si ya fueras madre tú también'. No. Es al contrario: que mi pareja tenga un hijo me hace tremendamente consciente de hasta qué punto yo no soy madre aún; de las experiencias que aún no he vivido, de los sentimientos y los cambios que aún no he experimentado.

Durante estos años he aprendido que tener una pareja con hijos es difícil, y que lleva años encontrar un buen equilibrio entre los miembros de la familia. A veces, el camino se me hace cuesta arriba, a pesar de que mi situación es privilegiada en muchos aspectos (el crío es agradable y feliz, la relación de mi pareja con la madre del niño es buena...). En esos días, leo las historias del foro de Internet y, en muchos casos descubro tras los mensajes a mujeres con una fortaleza admirable; mujeres que luchan por definir su función en la familia y en la sociedad y que nos recuerdan que hace ya muchos años que las 'madrastras' no regalan manzanas envenenadas.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Música y deporte

Cada semana leo sin falta el blog del corredor de fondo Agustí Jiménez. Allí leo los objetivos que se va marcando a corto y largo plazo, cómo se siente física y mentalmente semana tras semana, y el resultado de sus entrenamientos y de las carreras en que compite.

En la cabecera, Agustí recoge dos máximas que resumen su actitud ante el deporte (y supongo que ante la vida) y que a mí me gusta trasladar a mi campo, que es la música. La primera es: Lo que realmente importa no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para conseguirlos. Le he dado muchas vueltas a esta frase durante los últimos diez días, mientras estaba de gira con The Royal Wind Music. Después de cada concierto, sola o con mis compañeros, reflexiono sobre los aspectos que hay mejorar, lo que nos falta por conseguir, pero también sobre el conocimiento, las sensaciones o la perfección técnica y expresiva que me gustaría alcanzar.

Marcarse objetivos ambiciosos, ser autocrítico, aprender a recuperarse tras un fallo, es fundamental tanto en la música como en el deporte, al igual que la motivación que nos lleva a marcarnos nuevos retos según vamos avanzando. El camino a recorrer es, en realidad, infinito. ¿Qué corredor no se propone batir su mejor marca? Pero cada etapa (cada entrenamiento o carrera; cada ensayo o concierto) es única e irrepetible y trae consigo experiencias que van mucho más allá de lo musical o lo deportivo y pasan a formar parte de nuestro recorrido personal y vital. ¿A dónde nos llevará?


lunes, 31 de agosto de 2009

Hospitalidad

El pasado fin de semana viajé al Norte de Alemania (Bremen y Arnsberg) para actuar con The Royal Wind Music y tuve la ocasión de disfrutar de una hospitalidad extraordinaria.

Esta hospitalidad es tangible en términos materiales que incluyen una enorme cantidad de comida casera y recién hecha varias veces al día, alojamiento, paseos por la ciudad y asistencia en la preparación del concierto... Pero nuestros anfitriones tienen además pequeños detalles que son aún más significativos: en el caso de este fin de semana podría mencionar un bombón sobre la almohada la primera noche, galletas y botellas de agua mineral listas en la mesilla por si tenemos hambre o sed de madrugada, la confianza de entregarnos las llaves de su casa e invitarnos a entrar y salir cuando queramos, un brindis con cava después del concierto, un tarro de mermelada casera como recuerdo de despedida y mucho, mucho más...

Esta generosidad "material" expresa una hospitalidad que, sin embargo, es mucho más profunda y valiosa porque está basada en un interés auténtico del anfitrión por sus huéspedes. Interés por lo que hacemos, de dónde venimos, en qué trabajamos, en nuestra música, en cada uno de nosotros y en lo que nos ha traido hasta ellos, y en disfrutar de unas horas juntos compartiendo conversación y risas.

He tenido la fortuna de vivir esta generosidad en numerosas ocasiones en los últimos diez años, sobre todo en Austria y Alemania (pero también en otros países europeos y en los Estados Unidos) y recuerdo bien a la gran mayoría de las familias y hogares que me han acogido. Prueba de que el encuentro, aunque breve, fue memorable. ¡Muchísimas gracias a todos!


domingo, 23 de agosto de 2009

Fascinación

Esta semana tuve la oportunidad de dar seis conciertos muy especiales en el Grachtenfestival de Amsterdam junto a mis amigos y compañeros Mariangela Tinelli (danza), Robert Cases (teorba y guitarra barroca) y Roberto Genova (saxofón), todos de la Fundación Momentos Memorables.

Dos de los conciertos se dirigían a público de dos a cuatro años de edad; otros dos a oyentes de entre uno y dos años, y los dos últimos a bebés menores de un año. Acompañados de sus padres o monitores de la guardería, unos 100 niños en total presenciaron nuestra actuación en la "sala de estar" de la sección infantil del Museo Histórico Judío.

Para mí, actuar para niños pequeños es una experiencia enriquecedora, por razones muy diversas. A menudo me hace reflexionar sobre lo que significa la palabra "fascinación". Bebés de meses buscan la fuente del sonido que escuchan, o siguen atentamente los movimientos de una bailarina a través de la habitación. Pequeños que apenas saben andar descubren que pueden imitar un movimiento o sonido, y establecen así una conexión inmediata y casi íntima con alguien que momentos antes era un completo extraño... Son momentos conmovedores y de gran delicadeza, casi frágiles.

Este público tan joven está libre de prejuicios. Si les gusta lo que ven, se quedan absortos en la música o el movimiento, o participan de ellos (cantando, saltando, bailando, dando palmas, comentando, hasta gritando). Si algo no les gusta, simplemente desvían su atención a otros asuntos, hasta que ocurre algo que les interesa. En cierto modo son el público ideal: un público que no juzga ni critica, no se ofende si hay aplausos entre movimientos o alguna nota falsa, no sabe hacer cumplidos vacíos; sólo responde, aquí y ahora, a lo que sucede en directo...

domingo, 16 de agosto de 2009

Hogares

Ayer en el avión que me traía de vuelta a Holanda después de tres semanas compartidas con mi familia en Cuenca, pensaba en que llevo un tercio de mi vida (nueve años de los veintisiete que tengo) viviendo en el extranjero.

El final del verano y el comienzo de curso han sido momentos especialmente significativos durante estos años; cada regreso a los Países Bajos ha estado marcado por los proyectos, retos u obligaciones que me esperaban y por una enorme intensidad emocional antes, durante y tras el viaje.

Cada año, mientras el avión flota plácidamente sobre territorio francés, voy repasando los motivos por los que estoy tan lejos de mi primer hogar. Mirando hacia Amsterdam, rememoro todo lo que he aprendido, veo ante mí los amigos y excelentes compañeros que he conocido, y una chispa de ilusión me recuerda los proyectos personales y profesionales por los que estoy dispuesta a trabajar duro. Al volver la vista atrás, hacia España, pienso en mis amigos y sobre todo en mi familia y en mi ciudad de origen. En la gente y los lugares que han contribuido decisivamente a hacerme quien soy.

Comparto con cada miembro de mi familia distintas confidencias, complicidades, aficiones e intereses, e identifico en ellos actitudes, rasgos y tendencias (de todo tipo) que yo también poseo. Cuando me encuentro con ellos, me siento en casa, y comprendo que nos pertenecemos. Y, aunque también sé que esta familia no es perfecta (al fin y al cabo, se trata de seres humanos), siento enorme gratitud por formar parte de ella.

Trabajaré día a día para crear una familia propia que sea tan maravillosamente acogedora como la mía. ¿Habrá quien regrese a mí desde lejos algún día y sienta, como yo, que ha vuelto a casa?

domingo, 9 de agosto de 2009

Rutinas

Esta semana fui al cine con mi padre a ver "Up", la última película de los estudios Pixar. Una auténtica maravilla llena de diversión, pero también emocionante y capaz de llegar a lo más hondo del corazón. Está protagonizada por Russell, un pequeño boy-scout con las mejores intenciones, y el señor Fredriksen, un anciano entristecido por la pérdida de su inseparable esposa Elly.

Russell le cuenta al Sr. Fredriksen que echa de menos a su padre, al que no ve con frecuencia. Las cosas que más echa de menos son precisamente las que parecen más aburridas, por ejemplo sentarse con él cada domingo en el bordillo de la acera a ver pasar los coches. Esta revelación es un momento clave en la película, ya que ambos personajes descubren que tienen sentimientos similares. El Sr. Fredriksen también atesora recuerdos muy especiales de toda una vida compartida con Elly, pero sus más preciadas memorias son las más rutinarias: cómo ella le ayudaba a hacerse el nudo de la corbata cada mañana, las horas pasadas juntos sentados cada uno en su sillón, y que cada día Elly y él ponían una moneda en un tarro de cristal, ahorrando para cumplir su sueño de viajar a Sudamérica.

A veces parece que la rutina, de la que tanto nos gusta huir, es el escondite de los mejores recuerdos y la huella de cariño más profundo. Gestos, acciones, palabras, secuencias repetidas una y otra vez hasta pasar desapercibidas y parecer anodinas, que sólo aprendemos a apreciar cuando nos alejamos de ellas, y que nos emocionan cuando retornan a nuestra vida o nuestra memoria después de un largo tiempo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Bienvenidos

Bienvenidos a este nuevo blog.
Espero que sea un lugar donde liberar reflexiones, observaciones, historias, sentimientos, que quizás alguien quiera compartir conmigo.
Probablemente la música sea un tema recurrente, pero ciertamente no será el único.
Vivo en Holanda, y en la vida cotidiana hablo mucho más inglés u holandés que castellano. Tras nueve años en el extranjero, echo de menos escribir en mi lengua materna. Por ello, y por ser el idioma en el que mejor puedo expresar mis pensamientos más personales, he decidido redactar este blog en español.
Gracias a quienes de vez en cuando pasen por aquí y les dediquen unos minutos a mis reflexiones.
Les invito a que dejen un comentario si lo desean.
Un saludo muy cordial.