Pero uno de los aspectos más interesantes del transporte público es que se ha convertido en una herramienta indispensable para vivir como vivimos. Dormimos en una localidad, trabajamos en otra, nos desplazamos de un lado a otro y consultamos los horarios por Internet o en el móvil, planificando nuestros movimientos al minuto y ajustando la agenda al máximo.
El pasado jueves hubo una avería en la línea de tren entre la localidad donde vivo y Ámsterdam, alrededor de las ocho de la mañana. Cientos de personas que entran al trabajo a las nueve se vieron obligadas a viajar usando una ruta diferente. Las consecuencias: cientos de llamadas y mensajes de móviles, trenes abarrotados, un buen negocio para la cafetería de la estación (la cola daba varias vueltas al pequeño edificio) y una situación muy interesante para observar. Entre los comentarios de la gente, destaco el de: "Tenían que haber puesto autobuses de immediato, ¿es que no ven que vamos a llegar tarde al trabajo?". Por no mencionar la forma en que la multitud se lanza cuando por fin llega un tren, para no quedarse en el andén.
La modernidad nos ha hecho depender de máquinas, estructuras, circunstancias que no podemos controlar... Y cuando algo falla, nos sentimos indefensos y confusos, y en la anonimidad de la multitud, damos rienda suelta al egoismo en pequeña escala.
2 comentarios:
Uff, y qué me dices de los aviones?? Por encima de tu casa pasan contínuamente camino del aeropuerto. A mí me alucina pensar cómo se puede controlar eso...
Participo de tu reflexión y hoy hago de nuevo un comentario que repito cada vez que se presenta la ocasión. Estoy hablando de una nevada importante y extensa. Estaba anunciada, los medios que se ponen son todos los posibles, vivimos en una Nación del sur de Europa, por tanto la nieve es noticia.
Pero hay que oir y leer a los contribuyentes. Quieren hacer su vida normal, la de cualquier día y eso es imposible. Una cuarta de nieve y autobuses parados en estaciones de servicio, los usuarios se quejan de que nadie se acuerda de ellos ¿no pueden mantenerse unas horas en espera?
Hace cincuenta años, la sierra de Cuenca quedaba aislada muchos días seguidos durante el invierno, todo el mundo tenía provisiones y no había ni teléfonos, la sensación de angustia no existía.
Es que los avances técnicos (tan prodigiosos)nos han hecho vulnerables y débiles. Lo he meditado muchas veces en situaciones diversas.
Me niego a pensar que "cualquier tiempo pasado fue mejor" porque es falso, pero el ser humano parece encontrarse desvalido, en cuanto falla la electricidad o nieva.
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