lunes, 31 de agosto de 2009

Hospitalidad

El pasado fin de semana viajé al Norte de Alemania (Bremen y Arnsberg) para actuar con The Royal Wind Music y tuve la ocasión de disfrutar de una hospitalidad extraordinaria.

Esta hospitalidad es tangible en términos materiales que incluyen una enorme cantidad de comida casera y recién hecha varias veces al día, alojamiento, paseos por la ciudad y asistencia en la preparación del concierto... Pero nuestros anfitriones tienen además pequeños detalles que son aún más significativos: en el caso de este fin de semana podría mencionar un bombón sobre la almohada la primera noche, galletas y botellas de agua mineral listas en la mesilla por si tenemos hambre o sed de madrugada, la confianza de entregarnos las llaves de su casa e invitarnos a entrar y salir cuando queramos, un brindis con cava después del concierto, un tarro de mermelada casera como recuerdo de despedida y mucho, mucho más...

Esta generosidad "material" expresa una hospitalidad que, sin embargo, es mucho más profunda y valiosa porque está basada en un interés auténtico del anfitrión por sus huéspedes. Interés por lo que hacemos, de dónde venimos, en qué trabajamos, en nuestra música, en cada uno de nosotros y en lo que nos ha traido hasta ellos, y en disfrutar de unas horas juntos compartiendo conversación y risas.

He tenido la fortuna de vivir esta generosidad en numerosas ocasiones en los últimos diez años, sobre todo en Austria y Alemania (pero también en otros países europeos y en los Estados Unidos) y recuerdo bien a la gran mayoría de las familias y hogares que me han acogido. Prueba de que el encuentro, aunque breve, fue memorable. ¡Muchísimas gracias a todos!


domingo, 23 de agosto de 2009

Fascinación

Esta semana tuve la oportunidad de dar seis conciertos muy especiales en el Grachtenfestival de Amsterdam junto a mis amigos y compañeros Mariangela Tinelli (danza), Robert Cases (teorba y guitarra barroca) y Roberto Genova (saxofón), todos de la Fundación Momentos Memorables.

Dos de los conciertos se dirigían a público de dos a cuatro años de edad; otros dos a oyentes de entre uno y dos años, y los dos últimos a bebés menores de un año. Acompañados de sus padres o monitores de la guardería, unos 100 niños en total presenciaron nuestra actuación en la "sala de estar" de la sección infantil del Museo Histórico Judío.

Para mí, actuar para niños pequeños es una experiencia enriquecedora, por razones muy diversas. A menudo me hace reflexionar sobre lo que significa la palabra "fascinación". Bebés de meses buscan la fuente del sonido que escuchan, o siguen atentamente los movimientos de una bailarina a través de la habitación. Pequeños que apenas saben andar descubren que pueden imitar un movimiento o sonido, y establecen así una conexión inmediata y casi íntima con alguien que momentos antes era un completo extraño... Son momentos conmovedores y de gran delicadeza, casi frágiles.

Este público tan joven está libre de prejuicios. Si les gusta lo que ven, se quedan absortos en la música o el movimiento, o participan de ellos (cantando, saltando, bailando, dando palmas, comentando, hasta gritando). Si algo no les gusta, simplemente desvían su atención a otros asuntos, hasta que ocurre algo que les interesa. En cierto modo son el público ideal: un público que no juzga ni critica, no se ofende si hay aplausos entre movimientos o alguna nota falsa, no sabe hacer cumplidos vacíos; sólo responde, aquí y ahora, a lo que sucede en directo...

domingo, 16 de agosto de 2009

Hogares

Ayer en el avión que me traía de vuelta a Holanda después de tres semanas compartidas con mi familia en Cuenca, pensaba en que llevo un tercio de mi vida (nueve años de los veintisiete que tengo) viviendo en el extranjero.

El final del verano y el comienzo de curso han sido momentos especialmente significativos durante estos años; cada regreso a los Países Bajos ha estado marcado por los proyectos, retos u obligaciones que me esperaban y por una enorme intensidad emocional antes, durante y tras el viaje.

Cada año, mientras el avión flota plácidamente sobre territorio francés, voy repasando los motivos por los que estoy tan lejos de mi primer hogar. Mirando hacia Amsterdam, rememoro todo lo que he aprendido, veo ante mí los amigos y excelentes compañeros que he conocido, y una chispa de ilusión me recuerda los proyectos personales y profesionales por los que estoy dispuesta a trabajar duro. Al volver la vista atrás, hacia España, pienso en mis amigos y sobre todo en mi familia y en mi ciudad de origen. En la gente y los lugares que han contribuido decisivamente a hacerme quien soy.

Comparto con cada miembro de mi familia distintas confidencias, complicidades, aficiones e intereses, e identifico en ellos actitudes, rasgos y tendencias (de todo tipo) que yo también poseo. Cuando me encuentro con ellos, me siento en casa, y comprendo que nos pertenecemos. Y, aunque también sé que esta familia no es perfecta (al fin y al cabo, se trata de seres humanos), siento enorme gratitud por formar parte de ella.

Trabajaré día a día para crear una familia propia que sea tan maravillosamente acogedora como la mía. ¿Habrá quien regrese a mí desde lejos algún día y sienta, como yo, que ha vuelto a casa?

domingo, 9 de agosto de 2009

Rutinas

Esta semana fui al cine con mi padre a ver "Up", la última película de los estudios Pixar. Una auténtica maravilla llena de diversión, pero también emocionante y capaz de llegar a lo más hondo del corazón. Está protagonizada por Russell, un pequeño boy-scout con las mejores intenciones, y el señor Fredriksen, un anciano entristecido por la pérdida de su inseparable esposa Elly.

Russell le cuenta al Sr. Fredriksen que echa de menos a su padre, al que no ve con frecuencia. Las cosas que más echa de menos son precisamente las que parecen más aburridas, por ejemplo sentarse con él cada domingo en el bordillo de la acera a ver pasar los coches. Esta revelación es un momento clave en la película, ya que ambos personajes descubren que tienen sentimientos similares. El Sr. Fredriksen también atesora recuerdos muy especiales de toda una vida compartida con Elly, pero sus más preciadas memorias son las más rutinarias: cómo ella le ayudaba a hacerse el nudo de la corbata cada mañana, las horas pasadas juntos sentados cada uno en su sillón, y que cada día Elly y él ponían una moneda en un tarro de cristal, ahorrando para cumplir su sueño de viajar a Sudamérica.

A veces parece que la rutina, de la que tanto nos gusta huir, es el escondite de los mejores recuerdos y la huella de cariño más profundo. Gestos, acciones, palabras, secuencias repetidas una y otra vez hasta pasar desapercibidas y parecer anodinas, que sólo aprendemos a apreciar cuando nos alejamos de ellas, y que nos emocionan cuando retornan a nuestra vida o nuestra memoria después de un largo tiempo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Bienvenidos

Bienvenidos a este nuevo blog.
Espero que sea un lugar donde liberar reflexiones, observaciones, historias, sentimientos, que quizás alguien quiera compartir conmigo.
Probablemente la música sea un tema recurrente, pero ciertamente no será el único.
Vivo en Holanda, y en la vida cotidiana hablo mucho más inglés u holandés que castellano. Tras nueve años en el extranjero, echo de menos escribir en mi lengua materna. Por ello, y por ser el idioma en el que mejor puedo expresar mis pensamientos más personales, he decidido redactar este blog en español.
Gracias a quienes de vez en cuando pasen por aquí y les dediquen unos minutos a mis reflexiones.
Les invito a que dejen un comentario si lo desean.
Un saludo muy cordial.